HILL ENTERPRISES
La sala de reuniones estaba llena. Ejecutivos de traje impecable, inversionistas de renombre y analistas estratégicos tenían los ojos puestos en un único punto: Kevin Hill, sentado en la cabecera de la mesa, con su porte imponente, su aura de control absoluto…
Excepto que hoy no había control.
Kevin sostenía un bolígrafo entre los dedos, pero no lo movía. Su mirada parecía perdida en un punto invisible de la mesa, tan distante que cualquiera que lo conociera sabría que no estaba escuchando ni la mitad de lo que se discutía.
Arturo, a su derecha, lo observaba con un ceño profundo, casi rígido. Nunca, en todos los años que llevaba trabajando con él, había visto al CEO así: desconectado, distraído, distante… humano.
—Y bien, señor Hill, respecto a la ampliación de la inversión… —uno de los inversionistas se aventuró a preguntar, intentando reconducir la reunión.
Kevin levantó lentamente la mirada. Sus ojos azules eran fríos, pero apagados. No había rastro de