Alexia caminaba con paso elegante, su porte impecable atraía miradas incluso de quienes fingían estar ocupados en sus escritorios. Su perfume, una mezcla de jazmín y vainilla, dejaba una estela sutil pero inconfundible.
A unos metros, Kevin Hill salía de la sala de juntas revisando unos documentos, el gris oscuro de su traje contrastaba con la luz cálida que se filtraba por los amplios ventanales. Sus hombros anchos, la expresión concentrada, el poder que irradiaba incluso en su silencio, lo hacían imposible de ignorar.
—Kevin —la voz melódica de Alexia resonó con familiaridad y una chispa de coquetería que no pasó desapercibida. Para la mujer era como tocar el cielo y las puertas de la misma se abren al ver que el hombre venía por detrás de ella.
Él levantó la vista, y por un momento habia pensado que Alexia ya había dejado la Empresa, sin embargo; aquello no era asi. Una ligera sonrisa curvó sus labios
—. Alexia ¿Necesitas algo?
—Tu asistente me dijo que pasara los informes di