Luna
La música resonaba por todo el claro del bosque. Antorchas dispuestas en círculo iluminaban la celebración con un resplandor dorado que hacía brillar los rostros de todos los presentes. La manada de lobos había preparado un festín impresionante para celebrar la próxima ascensión de su nuevo alfa, y como invitados de honor, nosotros —el clan de vampiros— debíamos participar en sus rituales.
Yo observaba todo desde un rincón, con una copa de vino que apenas había probado. Mi vestido negro de seda se mecía suavemente con la brisa nocturna mientras intentaba comprender las costumbres de estos seres que, hasta hace poco, consideraba enemigos naturales.
—Es una tradición milenaria —me explicó Nikolai, situándose a mi lado—. El líder vampiro debe bailar con la futura hembra alfa como símbolo de la alianza entre especies.
Asentí, fingiendo indiferencia. Pero cuando vi a Vladislav avanzar hacia el centro del claro, algo en mi interior se tensó. Su figura imponente, vestido completamente de