Ámbar
Jerónimo y yo, a pesar de la tensión que mantenemos entre nosotros, entendemos que esto no puede continuar. Por eso, nos limitamos a cumplir con nuestro trato laboral, el cual avanza bastante bien. Ya no hay más rudeza, sino que calma y ternura, lo cual necesito para afrontar el hecho de que ya no puedo hablar con David. Su padre falleció recientemente y tuvo que regresar a la ciudad.
Además de lidiar con el fallecimiento, también se ha desatado un escándalo porque él denunció a los medios que publicaron sobre el supuesto compromiso. Todo esto solo acrecienta mi sensación de culpa y mi necesidad de buscarlo, pero también sé que debo darle su espacio y que en cualquier momento tendremos que hablar.
—Madre mía —exclama Gustavo al entrar a mi casa y ver a Ruth con ese vestido rojo que le queda perfecto—. ¡Estás…!
—¡Deja de mirar así a mamá! —le grita Charlie, poniéndose delante de ella—. Mamá no es un pastel.
Mis hijos y yo soltamos una risita.
—No, pero sí es un bombón. —El a