EL CONDE MONKAN INICIA LA CACERIA.
François lo miro de pies a cabeza, primero pensó que el conde había tenido un lapso de demencia, pero volvió a mirarlo de nuevo, pero era algo más lo que dominaba aquella mente, hay fanfarrones necios, pero este es el rey de los soberbios, pensó François, que sentía que el conde Pierre lo estaba llevando a una muerte segura, —pero señoría, ¿esta UD seguro de llevar a cabo esta empresa? Pregunto François,
—totalmente, nunca había estaba más listo, yo mismo cazaré esa bestia, y tú serás testigo de mis destrezas y de mis capacidades mentales para la casa, respondió el conde Pierre Monkan.
François, maldito soberbio, y ciego, cree seguramente que yo seré el sebo para cazar a la bestia, está demente, y lo más peligroso, es que su demencia lo hace sentir tan seguro, pensó François nervioso, me arrepiento de haberme puesto al servicio de los Monkan, —¿qué es lo que esperas? Pregunto el conde Pierre de Monkan,
—¿disculpe, señoría? Respondió François, —prepara la carroza, y traedme ya la arm