A pesar de los tres días de duelo nacional, nadie pudo hacer cambiar de opinión a Kereem en cuanto a detener el equipo de drones, los helicópteros sobrevolando por todo Riad, y algunos ataques con misiles en zonas de conflicto.
La ciudad estaba sumida en polvo y cenizas, sobre todo aquellas áreas desmanteladas, a quien Kereem había dejado que las fuerzas militares de su país, y Estados Unidos en conjuntos, entraran sin aviso.
Cada nada recibía una notificación nueva en su celular. Galpones llenos de armas, cuevas, y espacios subterráneos donde estaban persiguiendo el grupo terrorista, mientras su camioneta y unas cuantas delante y detrás de su posición, iban rumbo a un solo camino.
Al que iba todos los días, a la misma hora.
—Estamos llegando, señor… —Kereem solo afirmó mientras su mirada estaba en el camino.
Al cerrar sus ojos y abrirlos solo podía ver una mirada, y la verdad es que su propia respiración, ya lo estaba asfixiando luego de una semana.
Se bajaron de las camionetas, y en