Terceros…
“La caída del trono… de mi trono…”
Ese fue el primer pensamiento de Naim, pero se puso de pie tratando de tomar el aire.
No era real, solo estaba… teniendo una especie de pesadilla, tal vez.
Sin embargo, el terror no siempre llega con un estruendo, a veces, se desliza como una sombra, hasta que es demasiado tarde para respirar.
—Naim —la voz de su madre llegó, y su respiración estaba muy agitada cuando miró a Lamar.
—¿Crees que es una falsa alarma?
Lamar negó.
—Venga conmigo, señor…
Naim no demoró un segundo para caminar, mientras Hurem lo siguió en pasos apresurados.
Todos fueron escoltados por un par de guardias más, el palacio se puso alerta, y ellos llegaron a la terraza principal mientras Lamar le pasó unos binoculares.
A solo uno o dos kilómetros, venía una horda de militares, en camionetas, y carros de guerra. El estruendo de helicópteros sobrevolando el palacio también le retumbaron la piel, y algunos aviones de guerra que pasaron rápidamente le hicieron arder la