Zahar se abrazó con fuerza y recostó su cabeza al asiento. El dolor del hombro había pasado a segundo plano cuando sentía un hundimiento profundo en su pecho.
Esa mirada no salía de ella, y en silencio sollozó al saber que la iba a odiar para siempre.
—No te servirá de nada… Aziz está al punto de la ira… no debiste jugar a los dos bandos… —las palabras de Bakir ahora mismo le importaban menos, sabía que iban a matarla, ella sabía lo que tenía que esperar después de esto.
Su boca tembló cuando llegaron a un gran edificio abandonado que ni siquiera salía en el GPS. Algunas veces escuchó a Bakir hablar de este lugar.
Aquí literalmente desaparecían a todos los que quisieran. Este era el lugar donde se entregaban las armas, se hacían los negocios, y las personas veían por última vez la luz del día.
A medida que caminó con Bakir, descalza y con los brazos cruzados, el día se hizo más oscuro para ella, la adrenalina estaba pasando y quizás los sedantes estaban terminando el ciclo en su cuerpo