CAPÍTULO 62 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
El aire estaba impregnado de incienso dulce y flores frescas, y el murmullo del público se convirtió en un silencio expectante que me erizó la piel como si hasta los muros del palacio entendieran la magnitud de lo que estaba a punto de suceder. Un aire frío me recorrió la piel desnuda de los brazos, haciéndome estremecer. No sé si fue el clima, la ansiedad o el simple peso de la mirada de todos los presentes.
Así que mis manos buscaron instintivamente el brazo de Asad, ajustándome a él como si fuera el único sostén que me mantenía en pie en este momento y por algo muy extraño escuché su voz tranquila.
O tal vez estaban viendo mi estado.
—Tranquila —susurró él, tan bajo que solo yo pude escucharlo. Su voz fue firme era un refugio, pero el temblor en mis piernas no cedía.
Avanzamos. Paso tras paso, mientras la alfombra roja se extendía ante nosotros como un río de fuego, y mis manos heladas se apretaban sobre el antebrazo de Asad. Sentía el latido en