CAPÍTULO 63 AMOR Y REDENCIÓN
Kereem…
La vi caminar hacia mí.
El palacio entero se inclinó ante su entrada. Las luces rebotaban sobre las columnas doradas, y la música ceremonial parecía resonar en las paredes, pero nada de eso existía para mí. Mi mundo se detuvo cuando vi su figura avanzar, envuelta en ese vestido y esa mirada nerviosa que solo yo conocía. Era perfecta, irreal y mi mujer.
Pasé un trago duro que no pude amortiguar, aún aquí de pie, aparentemente tranquilo, por dentro, era un animal enjaulado. No había protocolo ni ceremonia capaz de contener el caos que Zahar había traído a mi vida.
Sus manos se aferraban al brazo de Asad para sostenerse, pero yo no sentí celos. Sentí furia contra el universo entero que osaba ponerle peso sobre sus hombros. Ese hombre la acompañaba porque yo lo permitía; nadie más tocaría a Zahar en su vida, y de eso yo me haría cargo en lo absoluto.
Su rostro estaba un poco pálido, incluso me hizo fruncir el ceño, sin embargo, aun así, era la más herm