Kereem…
—En unos minutos seguro darán el anuncio para entrar al gran salón de conferencias. Es mejor que los saludos diplomáticos se ejecuten al final, y también… —La voz de Kendra se desvaneció cuando una presencia llegó a nosotros—. Majestad —ella dijo, y dejé de mirarla para girar la cabeza, mis ojos se posicionaron en Eduardo, pero eso duró solo segundos…
Sin advertencia, y sin anestesia, el mundo se partió cuando la vi detrás de él.
Necesité unos segundos para procesar si era parte de una visión o una mala jugada, pero era imposible, era Zahar.
Estaba de pie, detrás de Eduardo. Su figura era imposible de ignorar, llevaba un enterizo negro ajustado bajo un abrigo beige, el cabello recogido, la mirada afilada, y una compostura casi letal.
El tiempo se detuvo literalmente.
Mis pies se clavaron al suelo, ni siquiera pude parpadear, mientras el sonido de la multitud se volvió un eco lejano.
Su rostro… joder. La misma expresión que me perseguía en sueños. El mismo par de ojos que había