CAPÍTULO 35 AMOR Y REDENCIÓN

Zahar…

Cuando llegamos a la mansión de Eduardo II, el silencio se sentía como una soga al cuello. Las luces exteriores iluminaban el portón imponente, y las cámaras giraban discretas, como si todo Londres estuviera mirando.

A Kendra fue la primera que sacaron y no sé a dónde la llevaron con rapidez tras su herida.

Entonces Kereem llevó la mano al seguro de la puerta, pero yo lo detuve.

—No —dije con voz firme, sujetando su muñeca—. Espera…

Me miró con esa seriedad serena que solo él sabía usar cuando todo estaba por derrumbarse.

—Zahar, todo está bajo control.

—¡Controlado mis demonios! —lo empujé de vuelta al asiento—. Esto está muy mal… literalmente intentaron asesinarte… ¿no lo ves? Esos disparos no fueron al azar. ¿Eres consciente de lo que está pasando?

Vi su mandíbula tensarse.

—Lo soy. Pero entrar ahora y demostrar calma es esencial, y durante todo el tiempo, como lo sabemos hacer…

Mis labios vibraron.

—No me interesa el protocolo —susurré, con los ojos ardientes—. No quiero pe
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