Él es beta de una pequeña manada de Cambia Formas felinos, mano derecha del Alfa. Anhela encontrar a su compañera para que su soledad termine. Ella es una pícara, un ser sin manada ni clan al cual pertenecer. Este es el tercer libro de la saga Pumas defectuosos, se recomienda leer los dos anteriores para evitar spoiler, pero no es necesario para entender este libro.
Leer másUn beta desdichado, sin que nadie lo sepa, envidia a todo aquel que posee lo que a él tanto le falta. Anhela ese amor que solo un compañero puede dar. Ya ha olvidado la cálida sensación de ser querido, de ser amado o simplemente apreciado por una pareja.
No tiene a nadie más que a su Alfa y la familia de este. No posee una gran fortuna ni proviene de un linaje de líderes, lo que significa que sus antepasados no le heredaron ningún cargo. Si no fuera por su Alfa, seguiría siendo ese macho roger o pícaro —como deseen llamarlo— que merodeaba de bosque en bosque, entrando esporádicamente a los pueblos y saqueando para saciar sus necesidades.
Para él, ese tiempo parece tan lejano, aunque la verdad es que ocurrió hace menos de una década. Se acostumbró con facilidad a la vida de un macho con un grupo al cual pertenecer.
Cada noche, cuando está solo, la tristeza lo embarga. Trata de luchar contra la depresión que todos aseguran es normal, que desaparecerá cuando llegue ella, su compañera. Pero cada día pierde más la esperanza de que eso suceda.
Sin embargo, intenta llevar un día a la vez. Finge estar bien solo para no angustiar a quienes lo rodean y se preocupan por él. Ya lo hizo una vez y no quiere volver a cometer el mismo error; nunca desea herir a las personas que se preocupan por él.
Por otro lado, tenemos a cierta hembra: una pícara que viaja de pueblo en pueblo, igual que él lo hizo alguna vez. De manada en manada, busca las oportunidades perfectas, aquellas que le permiten engañar y salirse con la suya.
Esa hembra sin manada llega al lugar donde él está. Por fin, la tan anhelada compañera entra en su vida.
¿Qué pasará ahora?
¿El beta tendrá el final feliz que tanto desea?
Eso ya no depende solo de él. Ahora debe seducirla, lograr que esa hembra lo ame y acepte el vínculo más sagrado que cualquier Cambia Formas puede tener.
¿Será la simple atracción por ser compañeros suficiente?
La verdad es que nunca lo es. Solo es el primer paso, una pequeña señal de que ese ser es tu alma gemela, tu mate, tu compañero, la persona con la que se supone que debes estar. Pero debes luchar por ella, por hacer que ambos se amen.
¿Estará ella dispuesta a amarlo?
Y si no lo está, ¿él será capaz de dejarla ir o luchará por tenerla?
Las cosas nunca salen como uno las planea, pero es responsabilidad de cada ser formar su destino. Ambos deben luchar por lo que quieren, aunque deseen cosas totalmente diferentes.
¿Podrá el amor triunfar?
¿Podrán esos dos seres estar juntos?
¿Se rendirán ante el vínculo de compañeros que los une?
¿Se dejarán llevar por sus instintos más animales o escucharán a la parte humana que teme ser lastimada de nuevo?
¿Podrán ignorar el doloroso pasado que los atormenta y llegar a ser felices?
Eso, querido lector, solo tú puedes averiguarlo. Embárcate de nuevo en esta aventura, regresa a la manada de Cambia Formas y descubre si estos dos seres logran ser felices...
¿Aceptas el reto?
Él seca los platos, pero aun así los deja en... no sé como se llama esa cosa para que se sequen los platos solos, solo sé que está hecho como de hierro. Deja el trapo en la cocina y se sienta en la silla que esta a mi lado derecho. — ¿Hay otras reglas? —Aprende eso primero. —Yo ya lo sé— murmuro mirando al suelo. «¿Tan tonta me veo?»—¡Eres una idiota que no sabe hacer nada bien! — me patea el pecho— con razon preferiste huir de la escuela, seguro hasta te echaron— esta vez sí lloro. Él me dice muchas cosas, pero por alguna razón esta si dolió y lo peor es que solo es la primera vez que la dirá. —Ey, cerecita. ¿Qué tienes? — su mano está agarrando la mía. —Yo... recordé algo, pero estoy bien— suelto su mano para llevar mis dedos a mi pecho, cuando toco no hay dolor. A veces pienso que algo esta mal en mi cabeza, esas cosas se sienten tan reales. —¿Quieres ir al pueblo a comprar helado? — lo miro de inmediato, pero él se estrella la mano contra su rostro de la nada — mier... digo
Ella se coloca detrás de mí. Solo espero que esto sea rápido. Coloco mi mano en la manilla y respiro profundo para después jalar la puerta hacia mí. Sonrío al ver como intenta mirar detrás de mí. —A la Líder no le va a gustar esto. —Ella ya lo sabe— respondo de inmediato porque huelo ese ligero olor amargo saliendo de ella. — ¿Acaso ella es...— ni siquiera se atreve a seguir, sabe lo importante que es el tema para mí. —Sí, ella es mi compañera. Aun está detrás de mí, así que no voy a profundizar demasiado en esta presentación. —¡Felicidades a ambos! — nos sonríe tanto que hasta mí me da miedo, no pensé que podia ser tan expresivo— ¿cuando paso? — yo frunzo el ceño y el rueda los ojos— ya sabes como es mi terrón, si no le llego con el chisme completo le amargare el día— solo dice el apodo porque sabe que yo no me burlo. —No es el mejor momento. —Entiendo, adios. —mmm...— ambos volteamos al escucharla. Ella me mira solo por dos segundos para después agachar la cabeza.—Ella qui
Aprieto la sabana. Tú puedes contenerte, Marcus. No respires, mira solo su rostro. No respires. Escucha su corazón, escucha cada latido. —Lo siento —repito al ver que ella no reacciona— ¿Cerecita? No hay temor en ella, pero tampoco algo que me haga pensar que le gusto. —Sé que debí pedirte permiso, lo sé, lo siento. Estabas tan alterada. Se me desgarra el alma cuando lloras y te estabas culpando— ella frunce el ceño— ¡Yo solo quería evitar que siguieras sintiendo algo así! Me cayo cuando ella retrocede. Zah toma el control para estamparnos de nuevo contra la pared. Lento, casi en camara lenta ella va recostando su cuerpo a la cama. Cierra los ojos y yo araño mi nuca mientras me rasco. «Patetico, patetico. ¡Mil veces patetico!»Pego mi cabeza una y otra vez contra la pared. —¡Detente! — hago lo mismo— ¡para, Marcus, para!La miro o eso intento ya que se ve borrosa. —No soy malo, no me temas de nuevo. Te lo suplico. —Ven. Por la velocidad a la que llego a la cama se mueve, inclu
—Hey, abre los ojos, soy yo. Cuando toco su rostro ella se aleja. Me quedo quieto, aunque quiero ver su cara no puedo hacerlo porque mantiene la cabeza agachada y gracias a eso varios mechones de su melena están sobre su cara. Sigue acostada, pero esta vez de lado, sin darme la espalda. —Soy Marcus, todo va a estar bien— apenas agarro uno de sus mechones y lo corro hacia un lado logro ver sus ojos cerrados— estas segura, abre los ojos. —No la toques— dice Zah y frunzo el ceño— algo no esta bien en ella. —Seguro tuvo una pesadilla, necesita volver al mundo real. —¡No la toques! — gruñe, pero lo ignoro. Suelto su mechón y con esa mano agarro su cara la cual se siente caliente, con la otra mano coloco mi pulgar en su mandibula terminando el recorrido de una de sus lágrimas mientras mis otros dedos descansan en su mandibula.—¡No más! — murmura ella. Solo capto un movimiento borroso con mi ojo malo, pero no puedo reaccionar hasta que siento el ardor que provoca la piel desgarrándos
Parpadeo un poco para aclarar mi vision ya que las lágrimas no me dejan ver. Ellos no lo entienden, ni siquiera Marcus podría entenderlo. Es un hombre, ellos no sufren tanto ni los miran con desprecio al saber que son simples picaros, en cambio a nosotras las mujeres nos miran mal, se alejan de nosotros porque saben lo que la mayoría de nosotras hace para sobrevivir. — ¿Si yo contacto a la periodista Bauer ella confirmara lo que dices? — me pregunta la mujer mientras me mira fijo. —Estoy segura de que dirá que me conoce, pero no creo que afirme que deja que una Picara utilice su identidad para hacer su trabajo, puede ir presa por eso o le pueden quitar su licencia de periodismo. En realidad, no estoy segura de que puedan hacerle eso a ella, pero eso fue lo que me dijo. Si algún día me llegaran a atrapar ella solo diría que me conoce, pero dejo claro que no ensuciaría su nombre por mí. — ¿Cuantas veces has hecho su trabajo? — pregunta el Alfa. —Muchas, lo hago cada vez que se me e
Intento soportar el olor. Es muy fuerte, penetrante y similar, supongo que todos los Alfas huelen igual. Me aferro a la camisa de Marcus manteniendo la cabeza agachada. «Confia en él»—Marcus, ¿por qué no nos dijiste? — habla la misma mujer que me golpeó.—Quería mantenerla solo para mí por más tiempo, lo siento.—¿Ella te rechazó? — habla el Alfa.—No, solo es híbrida y le cuesta asimilar nuestro lazo.—¿Qué hacía sola en el bosque?Dejo de respirar. Me pego más a él cuando veo a uno de los deltas que entró se coloca a nuestro lado derecho, pero manteniendo la distancia.—Intento escapar de mí, pero ahora estamos bien, Lider.—¿No quieres a Marcus? — cierro los ojos y trato de calmarme.—Si lo quiero, antes no entendía... digo no creía que él fuera mi compañero, Alfa. Marcus gira su cabeza hacia mí y yo le sonrío. Él acaricia mi mano y yo pego mi rostro a su espalda.—Marcus, necesitamos hablar a solas con tu compañera— dice ella, miro a Marcus, pero él no me mira y siento que estoy
Último capítulo