CAPÍTULO 40 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
Los detalles tácticos continuaron por horas: turnos, frecuencias, puntos de cruce. Asad hablaba con seguridad mientras Kendra enumeraba posibles variables externas. Eduardo intercambiaba rutas con Víctor, pero mi mente estaba ya muy lejos de allí.
Cuando la reunión se dio por finalizada, no me moví de inmediato. Me quedé mirando el mapa, las marcas rojas, los símbolos de puntos muertos y luego otro grupo de inteligencia entró para revelar el trabajo.
La comida del desayuno fue silenciosa, mi mano estaba anclada a los dedos de Kereem y muy de vez en cuando encendían las noticias.
El caos seguía desatado allá afuera, y hablaban de una posible intervención extranjera. Había muchos presidentes dentro de Londres que literalmente habían apuntado al blanco perfecto.
Miré a Kereem cuando Asad le dijo algo en árabe y salió con un equipo como si fuese a comenzar un trabajo y lo vi masajear sus sienes.
Las miradas a veces se concentraban en mí y luego en él, y