Habían pasado tres días desde el tatuaje. El símbolo aún enrojecido detrás de la oreja le dolía levemente al tocarlo, pero no era un dolor que incomodara. Era otra cosa. Algo parecido a una quemada en la piel.
Aitana regresó al spa "Luna" con la frente en alto, lista para retomar sus días entre esmaltes, clientas difíciles y silencios incómodos. Sin embargo, algo había cambiado en su interior. Ya no sentía la necesidad de agradar a todos. No tenía espacio para fingimientos. Se debía a Ámbar, y eso lo ordenaba todo.Esa mañana apenas comenzaba cuando su teléfono vibró con una notificación extraña. Un mensaje directo de una cuenta verificada. No era una influencer. No era de una clienta ni de una marca. Era de una periodista.Sofía Valverde | Investigación & Reportajes Especiales"Hola, Aitana. Disculpa que te