"Ricardo"
Solté a Anabel y encaré a ese hombre sin responderle. Tal vez él tampoco estuviera dispuesto a renunciar a ella. Seguramente no estaba. Era demasiado hermosa y llena de vida, inteligente, encantadora. Por supuesto que no renunciaría a ella tan fácilmente.
Entonces me di cuenta de que me estaba mirando con seriedad, pero había un brillo de diversión en sus ojos. La miró a ella y sonrió.
—¿No le hablaste de mí? —Le preguntó a Anabel y me dejó confundido.
—No, no le hablé. —Estaba riéndose y yo comenzaba a no gustarme lo que estaba pasando.
—¡Mi querido, Donaldo! —Alessandro se acercó y saludó al hombre. Ese nombre debería decirme algo. —¿Qué milagro es este? No acostumbras aparecer por aquí.
—¡Alessandro! Bueno verte. Estoy pasando un tiempo con mi hermanita. Quería arrastrarme a uno de esos bares llenos, pero la convencí de venir acá, pensé que sería más tranquilo. —El hombre respondió y entonces me di cuenta del parecido.
—¿Hermanita? —Miré a Anabel en shock.
—Estaba