"Ricardo"
Al final de la mañana y con la ayuda de Anabel ya había organizado toda mi mudanza, ahora solo faltaba poner todo en el carro, serían unas tres vueltas para llevar todo. Y pensé que tal vez debería cambiar mi carro por una camioneta como la de Nando.
—Chica bonita, tú vienes conmigo y yo regreso a buscar el resto, pero tú ya te quedas en el departamento. No me siento muy seguro dejándote aquí. —Le dije a Anabel.
—¡Pero quiero ayudarte! —Se quejó.
—¿Más? Doblaste toda la ropa del clóset y la guardaste en las maletas y cuidaste cada par de zapatos. —Le sonreí a ella que había trabajado incansablemente toda la mañana ayudándome.
—Tengo que decir, las mujeres están locas por los zapatos, pero tú, Rick, logras ser peor. Pareces una ciempiés. Nunca vi tantos zapatos masculinos fuera de una zapatería. —Se rió de mi pequeña obsesión por los zapatos italianos de cuero y sí era una exageración de mi parte.
—¿Qué puedo decir? Me gustan los zapatos.
—¡Cada loco con su manía! Está