CAPÍTULO 21. De la cercanía a un descubrimiento atroz—¿Estás completamente segura de que quieres hacer esto?—Estoy segura de que no quiero que Pamela meta las narices en nada más —respondió ella, sin rodeos—. Si usamos nuestros nombres reales, va a encontrar la forma de intervenir. Ya la conozco. Así que elige dos nombres que te gusten y listo.Jackson asintió, mordiéndose el labio. No era una respuesta cálida, pero sí sensata; y lo peor era que tenía razón.—Mi madre siempre ha sido manipuladora con mi vida, pero te juro que últimamente se ha pasado demasiado —murmuró para sí mismo y Maggie le torció los ojos.—¿Últimamente? —Aquella era su primera ironía en días así que Jackson le sonrió de oreja a oreja y no preguntó más.Ya con las fichas llenas, ambos se sometieron al procedimiento. Sacarse sangre no era un drama para ellos, pero Maggie estaba batallando como mejor podía con las náuseas matutinas y en cuanto le sacaron la aguja del brazo el olor de la sangre la hizo marearse.—
CAPÍTULO 22. De la manipulación a la verdadEra en ese momento o nunca. Y aunque Pamela Wyndham habría preferido que Jackson nunca se enterara de algo como aquello, sus años como una experta manipuladora le habían enseñado a poner las situaciones a su favor antes de que fuera demasiado tarde.—¡Mamá te hice una pregunta!—¿Y estás seguro de que quieres escuchar la verdad? —lo increpó y Jackson ni siquiera se permitió dudarlo.—¡Por supuesto que quiero!—Muy bien, entonces tienes que saber que esta mujer que pretendes convertir en tu esposa solo es una interesada. —Señaló a Maggie con un dedo tembloroso—. Voy a admitir mi culpa, hijo pero tienes que saber que solo lo hice porque creí que era lo mejor para ti. Hace diez años, ¡le pagué a Margaret para que se alejara de ti! ¿Y sabes qué? ¡Lo aceptó! Porque eso es lo que es. ¡Una interesada!Jackson sintió como si hubiera recibido un mazazo en pleno pecho. Abrió la boca, pero no salieron palabras, solo volteó a ver a Maggie, como si de ve
CAPÍTULO 23. De un susto médico a una boda apresurada.—Yo conduzco —Maggie literalmente lo sacó del asiento del conductor tirando de su camisa y por más que Jackson trató de resistirse ella fue inquebrantable—. Tu padre está mal, estás en shock por la noticia y por otras cosas, así no puedes conducir.Se sentó ella al volante y encendió el auto con determinación mientras él apretaba los puños y miraba por la ventana.—¿Y tú no estás en shock? —la increpó y Maggie sonrió con amargura.—Yo he tenido diez años para adaptarme a que solo fuiste un imbécil que no me quería, no puedo estar en shock por eso —respondió eso y Jackson sintió que su corazón se hundía.No era cierto, nada de eso era cierto, simplemente no podía enfocar su cerebro en ese momento en encontrar las explicaciones, porque estaba demasiado asustado por lo que pudiera pasarle a su padre.Era cierto que no tenían la mejor relación del mundo, pero Jackson lo respetaba y lo quería y por nada del mundo quería que muriera.Pa
CAPÍTULO 23. Del miedo al alivio y de regresoMaggie apenas alcanzó a decir un "me siento..." antes de que sus piernas la hicieran colapsar sin dignidad. Jackson la atrapó justo a tiempo, con el corazón acelerado porque ninguno de los dos estaba particularmente entusiasmado con aquella boda, pero no era razón suficiente para desmayarse.—Maggie. Maggie, ¿qué te pasa? —preguntó, con voz ronca, agachándose mientras la sostenía como si fuera de cristal.Ella jadeaba. Sus ojos estaban abiertos, pero su mirada vagaba como si tratara de enfocar otra dimensión.—No puedo... no puedo respirar bien...Jackson frunció el ceño, revisándola con toda la prisa de un médico experimentado . Le corrió un mechón de cabello sudoroso de la frente y fue entonces cuando lo notó: unas manchas rojas que le subían por el cuello, como si la piel hubiera decidido hacer una obra de arte abstracto sin su permiso.—Dios santo. Estás teniendo una reacción alérgica —exclamó asustado y le abrió un poco el vestido, co
CAPÍTULO 24. De la incredulidad a la rabia.Jackson supervisaba personalmente a las enfermeras que estaban limpiando a Maggie. Se notaba que su piel le dolía y Jackson sabía que con semejante reacción, por dentro su garganta y esófagos también debían verse así de afectados.Pero nada en el mundo podía prepararlo para los resultados que el laboratorio iba a mandarle. Como era para él por supuesto que estaban haciendo las pruebas a toda prisa, y veinte minutos después, el técnico del laboratorio llegó corriendo como si trajera el santo grial. O el peor chisme de la historia.—Doctor Wyndham… ya salieron los resultados del vestido.Jackson se enderezó como si le hubieran echado agua helada en la espalda y alargó al mano para recibir el decumento.—¿Y bien?El técnico sacó una hoja arrugada y se limpió el sudor de la frente. Tenía esa cara que uno pone cuando está a punto de contar algo que sabe que va a desatar una tormenta.—El vestido fue rociado con una solución de ácido benzoico. Conc
CAPÍTULO 25. De una vieja herida a la desesperaciónLa habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el zumbido de la máquina que monitoreaba las constantes de Maggie. El agua en la ducha humeaba suavemente, y Jackson la sostuvo lo mejor que pudo sin importarle que se estuviera empapando en el proceso. Tenía una toalla sobre el hombro y una expresión que mezclaba preocupación, culpa y ternura, y podía jurar sobre las tumbas de todos sus ancestros que jamás se había sentido tan desesperado en toda su vida.Si pudiera quitarte esto y pasármelo a mí lo haría en un segundo, en un solo segundo nena —susurró como si esperara lograrlo de verdad.Maggie temblaba. Su piel, aún marcada por la urticaria, tenía zonas enrojecidas y sensibles, y el contacto con el agua tibia era una tortura lenta pero necesaria.—Vamos despacio —murmuró él con la voz baja, como si al hablar más fuerte pudiera lastimarla más—. Solo dime si algo te duele más de la cuenta ¿de acuerdo?Ella apretó los dientes y a
CAPÍTULO 26. De una investigación a un recuerdo perdidoMaggie estaba peleando por mantener los ojos abiertos mientras Jackson sujetaba su mano.—Oye, no tienes que esforzarte ahora mismo —le dijo con suavidad y la vio asentir.—No tiene sentido que investiguen por gusto —murmuró ella mirando al investigador, que cuaderno en mano la miraba con el mayor interés.—Señorita Kinsgley…—Señora Wyndham —lo corrigió Jackson—. Es señora Wyndham ahora.—Claro… claro. Señora Wyndham. ¿Por qué cree que estaríamos investigando por gusto?Maggie trató de respirar hondo para que las palabras fluyeran.—Porque ya me había probado el vestido antes, varias veces mientras me lo ajustaban, luego cuando estuvo listo —declaró con seguridad a pesar de que su voz sonaba débil—. El sastre me lo llevó personalmente y estuvo tocando el vestido por todos lados antes de irse. Yo no tuve ninguna reacción. Nada, ni un sarpullido, ni una picazón. Y él tampoco.El oficial hizo una mueca mientras anotaba.—Entonces es
CAPÍTULO 27. De recuerdos confusos a un sabor compartidoMaggie lo miró como si Jackson acabara de anunciar que era el verdadero heredero al trono de Marte.—¿Qué acabas de decir? —preguntó, con la voz tan baja que parecía una amenaza pasiva.Jackson tragó saliva. Sabía que había una alta probabilidad de que aquello terminara en desastre, pero era tarde para arrepentimientos, y más tarde aún para seguir callando.—Déjame hablar —le pidió, alzando ligeramente las manos como si eso fuera a protegerlo de lo inevitable—. Y quiero que me escuches bien porque lo que voy a decirte es totalmente la verdad o al menos la mía —aseguró sentándose en la cama y restregándose la cara mientras Maggie lo miraba confundida—. Lo del congreso, el de primer año… no recuerdo haberme acostado contigo esa noche.Maggie frunció el ceño y aunque hubiera querido incorporarse en la cama, la verdad era que no lo habría logrado sin ayuda.—Jackson ¿de qué hablas…? —jadeó mientras el corazón le subía a la garganta,