CAPÍTULO 25. De una vieja herida a la desesperación
CAPÍTULO 25. De una vieja herida a la desesperación
La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el zumbido de la máquina que monitoreaba las constantes de Maggie. El agua en la ducha humeaba suavemente, y Jackson la sostuvo lo mejor que pudo sin importarle que se estuviera empapando en el proceso. Tenía una toalla sobre el hombro y una expresión que mezclaba preocupación, culpa y ternura, y podía jurar sobre las tumbas de todos sus ancestros que jamás se había sentido tan desesperado en toda su vida.
Si pudiera quitarte esto y pasármelo a mí lo haría en un segundo, en un solo segundo nena —susurró como si esperara lograrlo de verdad.
Maggie temblaba. Su piel, aún marcada por la urticaria, tenía zonas enrojecidas y sensibles, y el contacto con el agua tibia era una tortura lenta pero necesaria.
—Vamos despacio —murmuró él con la voz baja, como si al hablar más fuerte pudiera lastimarla más—. Solo dime si algo te duele más de la cuenta ¿de acuerdo?
Ella apretó los dientes y a