CAPÍTULO 30. De una nueva oficina a una invitada desagradable
CAPÍTULO 30. De una nueva oficina a una invitada desagradable
La ducha seguía soltando vapor cuando Maggie apoyó la cabeza en el pecho de Jackson y cerró los ojos. Sus respiraciones se acompasaron, lentas, como si ese momento pudiera detener el tiempo.
Lo había visto quitarse la ropa a más velocidad de la que un humano normal debía tener, pero se había dejado el bóxer como una declaración de que pensaba portarse bien.
—Deja de pensar —le susurró él, acariciándole la espalda con movimientos suaves—. Solo… quédate aquí, conmigo. Eso es lo único importante.
—Estoy tratando —murmuró Maggie, con la voz un poco temblorosa—. Pero mi cabeza no se apaga tan fácil.
Jackson apoyó la barbilla sobre su cabeza mojada. El agua tibia, sus cuerpos pegados, ese silencio que no exigía respuestas. A veces, eso era todo lo que uno necesitaba para empezar de nuevo.
—Ya entendemos lo que nos pasó —le dijo él con suavidad—. No todo, pero lo esencial. Y lo vamos a resolver, paso a paso. Tenemos un bebé que c