La luz suave del mediodía se colaba por los ventanales de la galería, bañando las obras de arte en una calidez casi ceremonial. Emma caminaba con paso tranquilo, sosteniendo una carpeta con los últimos detalles del evento de la semana siguiente. Cada pequeño error la hacía revisar todo dos veces, incluso si nadie más lo notaba.
—¿Todo en orden, Emma? —preguntó Lucía, una de las asistentes administrativas, desde su escritorio cercano.
Emma asintió con una sonrisa leve.
—Sí, solo confirmando los datos de la nueva obra de Giacomo. No quiero que se nos pase ningún detalle para la subasta.
—Eres muy meticulosa. —Lucía le ofreció una sonrisa cálida—. Es bueno tener a alguien así con nosotros, especialmente con tantos coleccionistas importantes llegando.
—Gracias, en serio. Todavía estoy ap