Mundo ficciónIniciar sesión
La alta sociedad de Nueva York era un diamante pulido sobre un pantano de miseria. Eran los años treinta, y si bien el crack del 29 había enseñado humildad a muchos, no había borrado las líneas invisibles entre el mármol de Park Avenue y el hollín de los muelles. Estas, se sentían más que nunca.
Para Liam O’Connel, esa línea era el borde pulido del Bentley Silver Ghost. Detrás del cristal, el mundo era un espejismo de fracasos propios y ajenos. Llevaba el uniforme gris carbón con la resignación de un hombre que había cambiado un futuro prometedor por una deuda de sangre. Liam no era un hombre de servicio por vocación; era el prisionero de un pagaré imposible.
Esa tarde el aire olía a nieve y a desesperación. Había recibido una llamada del sanatorio donde estaba recluido su padre. La voz de la enfermera había sido suave y sin esperanzas.
“Señor O’Connell , si el tratamiento no se renueva mañana a primera hora, me temo que… ya no podremos hacer mucho más”.
Liam apretó el volante. Doscientos cincuenta dólares. Representaban una miseria para la gente con quien trabajaba, pero era la sentencia de muerte para su padre. Pensó en su pasado, como el dinero fácil haría la diferencia. Palabras enterradas bajo el cuello rígido de su uniforme. No, su pasado estaba enterrado; lo único que le importaba era el presente. Y poco a poco se estaba quebrando.
Eleanor Harrington bebía su champagne con la furia de quien sabe que la fiesta está por terminar. Quedó sola en el enorme salón de baile sintiendo el peso de su secreto.
Seis semanas. Ese era el tiempo que le había dado el médico. Su embarazo, fruto de un desliz con un hombre casado, era la bomba de tiempo lista para explotar en el corazón de la alta sociedad. El pánico la consumía. Su vida, su apellido, eran una prisión sin barrotes.
Escuchó pasos. Era su madre, Lady Harrington, con el rostro duro como el granito.
—Lo sé todo, Eleanor. Y esto se acaba ahora mismo…
Su madre la arrastró de regreso a la mansión, directamente a su habitación.
—Tus actos han condenado a nuestra familia. Te encerrarás hasta que algo se me ocurra, niñita. Y mañana, para salvar nuestro nombre, haré lo que deba. Lo único que se me ocurre es un chivo expiatorio. Cuando tu padre lo sepa… no pensaré en ello.
Eleanor se hundió en un abismo de terror. Sabía que su madre cumpliría su palabra.
Liam O’Connell subió las escaleras, sin saber que cada peldaño lo alejaba de su libertad. Él, estaba en el lugar correcto, a la hora correcta. No se lo esperaba. Eleanor Harrington, lloraba en el piso de arriba, sin saber que el hombre que atravesaría el umbral marcaría su futuro para siempre.
Ambos estaban a punto de firmar un contrato que les prometía salvación, pero solo les entregaría la amarga prisión de una farsa matrimonial. El reloj de la vida de Liam estaba ligado al precio del secreto de Eleanor.







