Capítulo 28.
La mañana siguiente al accidente, la mansión Harrington era una tumba helada. El vestíbulo permanecía en silencio, y la mancha de sangre en la biblioteca había sido cubierta torpemente.
La noticia llegó con una llamada telefónica del hospital al mayordomo Fitzwilliam, quien la comunicó a Lucille y Timothy en el desayuno.
—La Señorita Sterling ha entrado en coma, Sra. Harrington. Su condición es estable, pero el golpe en la cabeza fue grave.
La noticia le cayó a Lucille como un bloque de hielo. Se hundió en su silla con el rostro de porcelana agrietado por un miedo genuino.
—Un… un coma. Dios mío. Alguien casi muere en mi casa. ¡Por culpa de la ineptitud de mi esposo y mi yerno! —Lucille levantó la cabeza, mirando a Timothy con puro resentimiento— Esto no es un escándalo, Timothy. Esto es un desastre que te perseguirá toda tu vida.
Timothy se sintió golpeado por una culpa lacerante, más allá del miedo a la ley. Su aventura había dejado a una mujer al borde de la muerte.
—Tengo que ir a