Capítulo 20.
El desayuno en la mansión Harrington era habitualmente un asunto frío y silencioso. Sin embargo, la mañana después de la cena con Evelyn, Timothy Harrington se mostró inusualmente jovial, tarareando una melodía mientras revisaba el periódico. Lucille lo observaba con un escepticismo punzante.
Eleanor y Liam se sentaron uno frente al otro, la tensión entre ellos era palpable desde el beso desesperado en la habitación. Eleanor estaba pálida por el insomnio y la culpa; Liam, glacial y concentrado, repasando mentalmente los contratos turbios que había fotografiado.
—Es una mujer notable, esa señorita Sterling, ¿no creen?—comentó Timothy, dejando el periódico y dirigiéndose a la mesa—. No solo es elegante, sino que su comprensión del mercado europeo es impresionante. Tiene agallas.
—Tiene agallas, sí —murmuró Lucille, cortando su tostada con fuerza—. Y me temo que no todas sus intenciones son puramente financieras, Timothy.
—Tonterías, Lucille. Ella y Liam están en un negocio. Ella y yo