Capítulo 12.

Eleanor, aunque todavía pálida, había sido declarada apta para bajar al comedor. El regreso a la rutina, sin la forzada intimidad del reposo, era un alivio y una tortura al mismo tiempo.

​La cena se sirvió con una formalidad ridícula para una cabaña en el campo. Eleanor se sentó frente a Liam, con el Sr. y la Sra. Harrington flanqueándolos. La mesa, bellamente puesta por Tía Agatha, era el nuevo campo de batalla.

​Timothy Harrington, el patriarca, rompió el hielo con una frialdad calculada.

​—Ahora que mi hija parece estable, podemos discutir el futuro, O’Connell. Dime, ¿qué planes tienes ahora que te has casado con una Harrington?

—Mis planes no han cambiado, señor Harrington. Mis prioridades son, por los momentos, la salud de Eleanor y el bienestar de mi propio padre —respondió Liam, con una calma exasperante mientras cortaba su carne.

—Me refiero a tus planes profesionales. Asumo que ese... trabajo de chofer es cosa del pasado.

—Por ahora, sí. El doctor ha sido claro. Eleanor nece
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