93. Leve giro en los planes
Zoe
La puerta se cerró de golpe. Esto era peor de lo que imaginé. El cuarto olía horrible y se veía sucio. No iba a sentarme en esa cama ni loca. Nunca imaginé verlo en un lugar como este, pero en cuanto entró vestido de jeans y una chaqueta y me recorrió con la mirada, despacio, y sonrió al verme con el vestido azul que pidió por medio de su abogado, olvidé para qué accedí a verlo.
—Gira para mí —dijo, sin preámbulos.
Me reí con desdén, intentando disimular el estremecimiento que me causó su voz enronquecida. Pero la reprobación en su mirada cortó el sonido en seco. Bajó una mano al pantalón y me mostró lo que había provocado solo con verme.
—¿Aún dudas?
Me di la vuelta mientras lo veía sentarse en la cama, y supe que había perdido cuando sentí sus ojos pegados a mi espalda al bajar el cierre del vestido.
—Lánzalo.
Obedecí. Lo atrapó con una mano y se lo llevó a la cara para aspirar y cerró los ojos, como si el olor de mi piel lo drogara y eso me llenó de satisfacción.
—He pasado no