43. Piezas Faltantes
Alessandro
El tiempo volvió a correr como si alguien hubiera pulsado play, y la tensión en mi cuerpo se hizo casi insoportable al comprender lo que estaba ocurriendo.
—¿Todo bien? —Su voz, algo preocupada, me sacó del trance.
Joder. Me había quedado en blanco mientras estaba enterrado profundamente dentro de ella.
—Más que bien —logré decir, mi voz más ronca de lo usual—. Solo quería memorizar este momento.
Reanudé el movimiento con una desesperación renovada, como si fuera la última vez que pudiera tocarla.
Dana tenía razón.
«Solo es posible entre padre e hijo biológico.» La frase martillaba en mi cabeza mientras seguía dentro de Roxana, sin poder detenerme.
El tatuaje bajo mis ojos parecía gritarme una verdad que aún no podía permitirme creer.
Mi respiración se volvió irregular, y cada movimiento cargaba ahora un peso distinto. Ya no era solo deseo: era la posibilidad de haber encontrado, sin saberlo, a la mujer que había traído a Andrea al mundo.
—Alessandro... —gimió Roxana