Saco mi teléfono, todavía sin reaccionar, mientras escucho el ruido de los pasos de mis compañeros. Reacciono rápido y salgo del sótano, cerrando la puerta detrás de mí. Ellos me miran, esperando saber qué encontré.
—Nada, está todo limpio —informa de inmediato—. Pueden retirarse, yo me voy a quedar un rato más mirando el despacho. —¿Seguro, Colombo? Tienes una cara que parece que viste un fantasma —me pregunta mi compañera Alcira. —Todo bien, Alcira. Límpiame toda el área antes de irte. Me quedaré revisando detalladamente todo. Solo deja dos guardias por si acaso —le pido con naturalidad. —Colombo, sé que encontraste algo, pero no preguntaré más —dijo Alcira, como era su costumbre—. Cuando quieras compartirlo conmigo, sabes dónde estaré