Me quedé inmóvil por un momento, como si el peso de toda la angustia que había sentido en las últimas horas estuviera tratando de abandonarme de golpe. Mi pecho seguía latiendo con fuerza, pero algo dentro de mí finalmente encontró paz. Mi tío Luigi había pronunciado las palabras que necesitaba escuchar: mi Cielo estaba viva.
—Una astilla del hueso de la costilla se nos escapó y la tenía alojada en el hígado, provocándole una hemorragia cuando la movieron. También se le perforó un pulmón, provocando un neumotórax —siguió explicando el tío Luigi con profesionalidad—. Además, sufrió una gran pérdida de sangre por el aborto espontáneo. Las cosas se pusieron críticas; no podía detener todas las hemorragias al mismo tiempo. Gracias a Dios apareció Rossi; él es muy bueno en