495. TODOS EN ALERTA
La incertidumbre comenzaba a desbordarse entre nosotros. Cada intento fallido de establecer contacto era como un martillazo en nuestra ya deteriorada tranquilidad. Papá, impaciente y furioso, cerró su teléfono con un golpe seco que resonó en el silencio del pasillo.
—Esto ya no puede esperar —gritó con el tono autoritario que conocíamos demasiado bien—. Colombo, llama a Colombo. Gerónimo, yo llamaré a Casio. Guido, llama a Rossi o Salvatore.
—¿Por qué no llamamos a Darío? Él puede localizarlos enseguida —dice Cecil.
Eso es verdad. ¿Por qué no lo habíamos pensado antes? Darío nos conecta a todos de inmediato. Le marco enseguida y me responde.
—Dime, Gerónimo. ¿Cómo está Cristal? —pregunta enseguida.
—Después, Darío. Van a raptar a Fiorella en un rato y a matar a todos los demás. No podemos avisarle a nadie. ¡Manda a toda la policía a la galería ahora mismo! ¡Y avísale al tío Fabrizio que ponga en alerta a todos; nos van a atacar hoy! —grito, aterrado de perder a mi familia.
—Lo haré, d