Papá toma asiento nuevamente, sus manos temblorosas reposan sobre sus rodillas. He visto a este hombre enfrentar a los enemigos más peligrosos con una calma imperturbable, pero ahora, en esta casa que Rosalía había hecho suya, lo veo vulnerable, como nunca antes.
—Gerónimo —me llama, mirándome fijamente—, Lena es una amor de persona, hijo, quiere conocerlos. Fue al centro comercial a comprarles regalos para venir a verlos. —¿Vas a volver con ella, papá? ¿Qué va a pasar con mamá? Digo, Rosalía —pregunto preocupado. —Colombo la mandó a la cárcel; el crimen que ella ha cometido durante todos estos años es muy grave —confiesa, muy serio—. Y hasta estoy pensando que Rosalía fue quien le dio la idea de convertirse en Cristal, a esa joven que los persigue. —¡Seguro fue ella