Por un instante, sus palabras me descolocan. Es verdad lo que dice; parecía que se conocían de antes, pero ninguno de los que la seguían los vio juntos jamás, y ahora no podemos hacer nada. Tal vez mi hija esté aferrándose a cualquier idea que la mantenga alejada de la desesperación, pero mi experiencia me dice que nunca va a poder hacer que Gerónimo la acepte.
—No lo sé, hija. Tu amiga, la que siempre andaba con Guido, dijo que Gerónimo no tenía novia. Que se estaba escribiendo con esa chica Ellie, que era la que querían los padres para él. Hasta la llevaron a su graduación —vuelvo a recordarle.—¡Maldición! El plan era perfecto —dice, haciendo una mueca de dolor—. Cuando Cristal y Jarret salieran de luna de miel, hacerla desaparecer y hacerme pasar por ella. Regresar aquí y utilizar a los Greco para vengarme de los Garibaldi.