224. EL RESCATE DE CORAL
Coral manejaba a gran velocidad por la autopista, después de dar vueltas y vueltas por la ciudad, seguida de cerca por sus hombres y Maximiliano, que iba en el auto con Fiorella. Lloraba desconsoladamente y daba golpes en el volante; poco a poco, iba perdiendo la noción de la realidad y le parecía que eran sus enemigos quienes la perseguían. Aceleraba más y más, huyendo de ellos. Vicencio la llamaba una y otra vez, necesitaba que ella escuchara su voz, pero el teléfono permanecía apagado.
—¡Tenemos que hacer algo, Maximiliano! —lo llamaba Vicencio—. ¡No sé qué fue lo que le hiciste, pero nunca la había visto así! ¡Si le pasa algo, date por muerto!
—Vicencio —habló Fiorella—, él no le hizo nada, es un malentendido. Vamos a cerrarle el paso.
—¡Rayos! ¡Ahora sí la perdimos! Debe estar pensando que somos sus enemigos, por eso nos rehúye así —dijo Vicencio con preocupación—. Es una locura, pero lo haré. Aguántate de la abertura del techo, que siempre la tiene abierta, y suerte.
Todos los a