225. LA IMPOTENCIA DE GUIDO
Por otro lado, Guido y Cecil, después de pasarse toda la tarde acompañando al detective Colombo en su búsqueda, son dejados frente a la casa de ella y se despiden de los detectives. Ya es de noche, y Cecil camina indecisa, con la intención de entrar en su casa, pero Guido la toma por un brazo y la detiene.
—Necesito hablar contigo, Cecil —le dice muy serio. Ella lo mira y espera—. ¿Es cierto lo que me dijiste de que no estuviste con otro hombre? ¿Quieres ser mi mujer? ¿Criar a nuestro hijo juntos? ¿Quieres casarte conmigo?
—No —responde Cecil de inmediato, para asombro de Guido.
—¿No? ¿Por qué, Cecil? —pregunta desconcertado—. Sabes que te amo desde niños, eres el amor de mi vida, y aunque acompañaba a mi hermano a todas partes, solo te imaginaba a ti en cada mujer con la que estaba. Cásate conmigo, por favor.
—No. —Guido la suelta y se aleja maldiciendo, para luego girar y enfrentarla de nuevo—. ¡Si no me querías, ¿por qué demonios entraste en mi cuarto la noche antes de irme?! ¡¿Por