Rosa sintió que el suelo cedía bajo sus pies. Giovanni jamás le había hablado así, jamás la había mirado con esos ojos fríos, como si ya no fuera su esposa, sino una enemiga más en su larga lista. Era conocido por ser la sombra de Fabrizio y, para todos en la familia, solo hacía lo que aquel le ordenaba. Para muchos, pasaba solo como un hombre pacífico, viendo a la sombra de una familia mafiosa.
—Por respeto —contestó Rosa después de servir un café a Giovanni, que no lo tocó; no comía ni bebía nada que ella le diera. Y por primera vez en mucho tiempo, a Rosa se le erizó la piel al escuchar la escalofriante carcajada que soltó su esposo. Se quedó petrificada mirando a Giovanni, que le parecía otro hombre. Siempre supo que, cuando se trataba de la vida de sus hijos, él cambiaba completamente y se v