En la casa de Gabriel D’Alessi, Evelin se había levantado. Después de arreglar a los niños, esperaba pacientemente a que su esposo terminara una llamada telefónica. Tomó el periódico de la mesa y se puso a ojearlo sin prestarle mucha atención, cuando una foto saltó a su vista. Se quedó atónita ante lo que veía. Corrió al despacho, donde Gabriel estaba recogiendo sus cosas.
—¿Qué te pasa, Eve? —preguntó él al ver su expresión de terror. —Gaby, es terrible lo que dice aquí en este periódico —le dijo, entregándoselo mientras apretaba sus manos—. Tengo mucho miedo de que todo empiece de nuevo, como cuando aquella mujer nos perseguía a mí y a mis hermanos. Gabriel abrió el periódico y lo leyó. No había terminado todavía cuando entr