168. EL FAVOR A CORAL
Coral se quedó mirando a Maximiliano, pensando en cómo expresar lo que tenía en mente, mientras él continuaba con lo suyo, esperando por ella.
—Gracias —se detuvo, dudando antes de continuar y bajó la voz—. Si por casualidad me pasa lo de la otra vez, llama a Vicencio. Te dejaré el teléfono con su número aquí; ya le dije la contraseña de la puerta. No te preocupes, él es muy serio.
—No te preocupes y duerme tranquila —respondió él, caminando hacia la puerta de la habitación—. ¿Quieres un vaso de leche tibia?
—No, nunca tomo nada antes de acostarme —contestó ella.
—Te lo traeré; eso puede ayudarte a dormir mejor. Yo siempre tomo uno —respondió él, decidido a ayudarla a descansar.
Coral lo vio salir de la habitación y, sin saber por qué, se sint