El Rolls-Royce Boat Tail se deslizó por el camino de entrada. Scarlett estaba de pie en el vestíbulo de mármol, revisando su reflejo por última vez en el espejo antiguo, cuando apareció el chofer: un hombre de unos cincuenta años que vestía un uniforme gris oscuro con galones dorados.
—Buenas noches, señora Westbroke —dijo el chofer con una reverencia respetuosa mientras abría la puerta trasera. —El señor Blackwood le envía sus saludos y espera con interés la velada de esta noche.
—Gracias.
Scarlett se detuvo antes de deslizarse en el interior de cuero color mantequilla y se volvió para mirar la gran ventana del segundo piso. La silueta de Víctor se veía claramente detrás de la cortina, con una postura tensa y la ira apenas controlada.
Ella sonrió. Lenta, deliberada y absolutamente devastadora, antes de acomodarse en el auto.
Que lo vea. Que hierva de rabia. Que por fin comprenda lo que se siente al ser impotente.
---
Media hora más tarde, el Rolls-Royce dejó a Scarlett en un hotel de