Capítulo 132

La lluvia caía con insistencia aquella mañana, como si el cielo también llorara lo que habían perdido. El refugio, que hasta hacía unos días había sido un lugar de esperanza, ahora estaba impregnado de un silencio pesado, roto solo por el repiqueteo constante del agua sobre los tejados.

El cuerpo del colaborador asesinado había sido colocado en una pequeña capilla improvisada dentro de la misma base. No podían arriesgarse a un funeral público; cada movimiento debía mantenerse en secreto, cada lágrima debía caer a puertas cerradas.

Emma se encontraba al frente, de pie junto al ataúd sencillo cubierto con una manta negra. Nora sostenía su mano con fuerza, mientras Daniel permanecía del otro lado, confundido y con el rostro serio. No terminaba de co

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