Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl eco del sollozo de Nora seguía retumbando en las paredes de la fábrica abandonada. Emma la sostenía contra su pecho, acunándola como si aquel abrazo pudiera borrar años de dolor. La muñeca de trapo, el pequeño tesoro que había mantenido viva la esperanza de la niña, quedó atrapada entre ellas, sellando un reencuentro que parecía imposible.
—Nunca más, ¿me oyes? —susurró Emma, acariciando su cabello sucio y enredado—. Nunca más te voy a dejar sola.
Nora sollozó, aferrándose a ella con fuerza.
—Pensé que no vendrías… —dijo con la voz rota, apenas un susurro.
—Siempre vine por ti, siempre estuve buscándote







