BRYNN
— Hay que hacer algo. Ahora.
Mi voz corta la penumbra como una espada.
El Consejo está reunido en la sala de las piedras antiguas. La atmósfera es pesada, húmeda, cargada de esa magia ancestral que palpita entre las paredes. Y en el centro, el nombre de Kael pesa como una maldición.
Todos bajan la mirada. Algunos aprietan los puños. Otros tragan con dificultad.
Han pasado tres días.
Tres días desde que se fue al bosque, arrastrando su locura tras él como una estela de fuego. Tres días en que el bosque gime bajo sus pasos. Que la tierra se desgarra a cada uno de sus gritos.
— No responde, digo. Ni a mí. Ni a la manada. No escucha nada. No siente nada más… que ella.
Ella.
Nerya.
La ausencia de un nombre es suficiente para conmover a quienes saben.
— La está buscando, murmura Ilias. En todas partes. Incluso en los reflejos de los charcos. Incluso en los gritos de los cuervos. Incluso en el olor de las piedras.
— Y no la encuentra, completa Aedon. Y eso lo vuelve loco.
Avanzo un pas