LXXII Herencia de familia
En el asiento trasero del auto de la policía, Isabella se posó una mano en el vientre. Ya no le dolía, pero hasta hace poco, una punzada lacerante la había dejado sin aliento.

"¿Cómo puede escucharla? ¡Ella no está bien!", le había dicho a la asistente social.

"¿Intenta invalidar su testimonio? Si está bien o no, eso lo decidirán los especialistas".

"Mamá es la que no está bien, está celosa de mí y su novio. Quiso matarme, pero él se interpuso y ahora está herido. ¡Ella tiene que estar encerrada, no él!".

Era su palabra contra la de su hija, una pobre muchachita desvalida y aterrada.

Mary la recibió al llegar a casa. Quién diría que tener altos niveles de arsénico en el cuerpo le jugaría a favor ante las denuncias de Matilde, sumado a que Jacob se había fugado. Al menos sirvió para sembrar la duda y darle algo de ventaja, pero no podría acercarse a su hija mientras durara la investigación. La muchacha estaba ahora bajo cuidado del Estado.

—¿Qué está pasando, Isabellita?

Isabella suspi
NatsZ

Comprender aquello que no entiende le permitirá poder aceptar lo que no puede cambiar.

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