Mundo ficciónIniciar sesiónSus ojos me atravesaban como cuchillas afiladas, como si pudiera despojarme de cada pensamiento y desnudar hasta el rincón más oculto de mi alma. La sensación era sofocante; vulnerable bajo esa mirada fría y calculadora, apenas podía mantenerme firme.
¿Cómo se suponía que le explicara mi situación a alguien como él? Apenas lo conocía, y el poco contacto que habíamos tenido había terminado con él mirándome con desdén, como si fuera una molestia más en su mundo perfecto de privilegios. La determinación que había reunido antes de entrar parecía evaporarse, gota a gota, bajo el peso de su presencia.Pero retroceder ya no era una opción. —Ayer… tuve una cena con nuestra señora —comencé, tratando de que mi voz no temblara, aunque sentía que el corazón iba a romperme las costillas—. Aparentemente hice algo que no le agradó y, esta mañana, me ordenó abandonar el palacio. Hice una pausa, obligándome a sost






