Mundo ficciónIniciar sesiónLa habitación estaba igual que siempre: impecablemente ordenada, casi demasiado.
Pocas pertenencias en comparación con otras estancias del palacio, todo en su sitio como si nadie lo usara realmente. Cada superficie brillaba de pulcritud, desprovista de adornos innecesarios, sin un solo rastro de desorden. Era un espacio austero, sobrio… un reflejo perfecto de su dueño. Nora nunca había sido alguien que se aferrara a lo material; siempre había preferido la funcionalidad sobre la opulencia, la discreción sobre la ostentación. Allí no había lujos, pero tampoco carencias: solo lo justo, solo lo necesario. Avancé unos pasos hasta el centro de la habitación, con la extraña sensación de que él podía aparecer en cualquier momento. —¿Nora? —llamé en voz alta, dejando que mi voz rompiera el silencio impenetrable—. ¿Estás aquí? Nada.La respuesta fue un silencio denso, casi incómodo, que solo acentuaba la sensación






