Mundo de ficçãoIniciar sessãoDesde que mi relación con Nora y Nuriel había comenzado, no había dejado de recibir regalos.
Y no me refería a simples detalles como flores o cartas perfumadas, sino a obsequios tan deslumbrantes como ellos mismos. Hablo de joyas finas, de vestidos de seda importada, e incluso de un carruaje que cualquiera habría considerado digno de la nobleza más alta. Pero el último presente superó cualquier expectativa imaginable. Las escrituras de una casa junto a un lago. No era cualquier casa. Era un rincón escondido entre colinas y árboles centenarios, donde el aire olía a tierra húmeda y el agua reflejaba el cielo con tanta pureza que una podía olvidar por un momento cuál era el verdadero espejo. La primera vez que la vi, sentí algo muy parecido al amor. Había vuelto varias veces desde entonces, sola, para recorrer sus pasillos, respirar su quietud y escuchar el murmul






