Mundo ficciónIniciar sesiónAntes, recorrer los pasillos del calabozo solo me provocaba pavor.
La humedad que rezumaba de las paredes de piedra, el eco lejano de gotas cayendo en charcos invisibles y el crujir de mis propios pasos sobre el suelo áspero me erizaban la piel. Después de lo sucedido con Catherine, aquel temor inicial se transformó en un miedo genuino, profundo, como si las sombras ocultaran algo más que simples recuerdos. Pero no había nada que hacer. Por más que detestara ese lugar, mis visitas se habían vuelto una necesidad. Con el tiempo, casi sin darme cuenta, había memorizado a la perfección el camino hacia el laboratorio secreto de Nora. Ahora, podría decir que estaba incluso acostumbrada. Aquellos muros fríos y el aire opresivo ya no me hacían titubear. Mi cuerpo conocía cada giro, cada esquina, como si se hubiera resignado a aceptar que este trayecto formaba parte de mi vida. Al llegar a la antorcha correcta, la jalé con la mism






