—Yo de verdad quiero que todo salga bien —dije al fin, intentando que mi voz no se quebrara—. Quiero seguir con ustedes dos hasta el final, pero...
Tragué saliva, sintiendo cómo un nudo ardiente se formaba en mi garganta.
—Si no sucede… si las cosas no salen como esperamos… quiero que me des un veneno.
El silencio que siguió fue tan pesado que casi podía oír el latido acelerado de mi propio corazón. El aire parecía haberse espesado en la habitación, volviéndose difícil de respirar.
Nora se quedó completamente inmóvil.
Su expresión cambió de confusión a horror en cuestión de segundos. Sus ojos, normalmente tan serenos, se abrieron de par en par, buscando una explicación que no existía.
Quiso hablar, lo vi en el movimiento nervioso de su garganta, pero ninguna palabra logró salir de sus labios.
Nuriel, en cambio, me observó sin pestañear. En su rostro se mezclaban emociones imposibles