El aire estaba cargado de una tensión eléctrica, como si la misma tierra supiera que se avecinaba una tormenta. La luna nueva colgaba en el cielo, invisible, pero su presencia se sentía en cada rincón. Algo estaba a punto de suceder, algo que cambiaría todo. Y la pregunta que se cernía sobre mí era clara: ¿estaría yo preparada para lo que venía?
Kael había movilizado a su manada, y con ellos, su ejército rebelde. Sabía lo que quería: el control, el poder, la destrucción. Pero lo que más me aterraba era lo que él había prometido. No solo quería someter a los humanos, sino que me necesitaba a mí, la hija de la Luna, para conseguirlo.
La Alianza Lunar, la antigua coalición de los manantiales, no