Capítulo 74. El Dolor de la Espera.
La sala de espera de la clínica privada era un limbo de angustia. El silencio solo se rompía con el murmullo de las oraciones ansiosas y los sollozos de Mía.
Las horas se arrastraban y cada minuto era una eternidad desde que Amelia había sido llevada al quirófano para someterse a una cesárea de emergencia.
Noah seguía allí, de pie, inmóvil como una estatua, los ojos fijos en la luz roja que indicaba «Cirugía en curso». Su rostro era una máscara de dolor, furia e impotencia, emociones que rara vez había experimentado.
Jack, a su lado, había tomado la iniciativa de informar al resto. Lucero, con el rostro surcado por las lágrimas, se aferraba a Mía intentando consolarla.
Alma, la ama de llaves, había llegado poco después, trayendo consigo un aura de calma y fe a pesar de la gravedad de la situación.
—Noah, tienes que sentarte —dijo Jack con voz suave pero firme. —Llevas horas de pie.
Noah apenas lo escuchaba. —No puedo. No hasta que sepa que ella está bien y mis hijos están bien.
Mía se