Capítulo 54. El Eco de un Nombre.
La noche cayó sobre la cuidad, envolviendo la mansión en un manto de sombras que parecían intensificar las dudas de Amelia.
Las palabras de Enzo la habían dejado en un estado de desasosiego que ningún baño caliente o infusión de hierbas lograba disipar. La promesa de matrimonio con Noah se sentía ahora como un acuerdo frágil, construido sobre arenas movedizas.
Amelia estaba en su habitación, la tenue luz de la lámpara apenas iluminando el espacio. Se ajustó la seda de su camisón de dormir, intentando calmar el latido acelerado de su corazón.
La puerta se abrió suavemente y Noah apareció en el umbral, su figura alta proyectándose en la oscuridad.
Había algo diferente en su mirada, una ternura inusual, que por un instante hizo que Amelia se cuestionara si las advertencias de Enzo no serían solo fantasmas de su propia inseguridad.
—Amelia —murmuró Noah, su voz grave, con un tono que invitaba a la cercanía—. ¿Estás despierta?
Ella asintió, su garganta seca. —Sí, Noah.
Él entró en la habit